El Futuro de la Tecnología: una aproximación desde la historiografía
Paula Ronderos
Andrés Valderrama
Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia
Technological affairs contain a rich texture of technical matters,
scientific laws, economic principles, political forces, and social concerns.(1)
scientific laws, economic principles, political forces, and social concerns.(1)
La edición del 19 de julio de 2000 de la popular revista norteamericana Time se dedica de manera especial a analizar el futuro de la tecnología.(2) En esta edición, una veintena de connotados autores y líderes norteamericanos reflexionan sobre los retos y tendencias de la tecnología en el futuro. Entre ellos destacan el multimillonario empresario Bill Gates hablando de alimentos genéticamente modificados y el reconocido autor de novelas de horror Stephen King previendo la dolorosa desaparición de los libros.
El conjunto de predicciones es notablemente homogéneo: por un lado, y con muchas dificultades para demostrar cómo sucederá, algunos autores predicen que el cibersexo será mejor que el sexo, que existirá la televisión que además de imágenes transmitirá olores, que tendremos automóviles y electrodomésticos inteligentes y que la respuesta a todos los males de la superpoblación, especialmente el hambre, están en los alimentos genéticamente modificados. Es decir, que poco a poco la tecnología nos brindará nuevas posibilidades sensoriales, satisfará en mayor grado nuestras necesidades y que, por lo tanto, este mundo será mejor. Estos pronósticos sociales, por lo demás, son marcadamente conservadoras en términos de innovación: son meros ejercicios de extrapolación de lo que actualmente sucede de manera extendida en la sociedad norteamericana.
De otro lado, los autores que de alguna manera consideran las tecnologías de la información, la nanotecnología y la biotecnología, preven un futuro donde los desarrollos en estas áreas cambiarán radicalmente nuestra forma de vida: existirán nanobots, robots de tamaños minúsculos que permitirán la fusión entre la mente y el computador, la extensión de la Internet más allá de las interfases duras (el computador y los cables), la conexión entre sí de cerebros, la generación de una verdadera red mental en todo el mundo que intercambia información sin necesidad de textos o imágenes en nuevos lenguajes ahora desconocidos. Preven incluso, la suplantación de la realidad física actual por una completamente digital: una Matrix como la de la famosa película de los hermanos Wachowski.(3)
Esos mismos nanobots, por otro lado, serán capaces de armar y desarmar todo lo material en el mundo reorganizando convenientemente las unidades elementales de la materia: los átomos. Así serán capaces de convertir en un abrir y cerrar de ojos un fragmento de despreciable carbón en valioso diamante o un poco de materia en descomposición en un fabuloso platillo digno de los mejores restaurantes del mundo, deshacerse de los virus indeseados o recomponer los tejidos defectuosos en nuestro organismo, prevenir plagas en los cultivos y construir la plataforma física para la conquista del espacio. El peligro: que se salgan del control de los seres humanos y conviertan a todo el planeta en un solo pedazo de queso holandés en cuestión de segundos.
Todos y cada una de los 21 textos que constituyen esta edición especial de la revista Time tienen un elemento en común: predicen firmemente que la tecnología continuará siendo el agente de cambio social por excelencia, es decir, el determinante del desarrollo de las sociedades futuras. Dicho en otros términos, todos los textos, se inscriben dentro de la categoría teórica de las ciencias sociales denominada Determinismo Tecnológico.
De otro lado, es importante reconocer que cuando nos preguntamos por la tecnología generalmente asumimos una posición ambivalente, a la vez de admiración y de resignación. Amamos la tecnología pues facilita nuestras vidas dándonos la posibilidad de cumplir tareas de un modo más eficiente y a la vez facilitándonos una amplia gama de diversiones y alimentos para el ocio. ¿Qué haríamos nosotros sin el televisor? ¿Cómo pudimos haber vivido sin Internet? Aunque es cierto que existen muchas personas en el mundo que por falta de recursos, o por deseo, se mantienen al margen de la utilización de las tecnologías, es un hecho que actualmente podemos decir que el planeta funciona a partir de impulsos, descargas y bytes per second.
La tecnología nos deslumbra, el nuevo modelo de computador, de televisor o de reloj multiusos se convierte en un fetiche, en un objeto admirable que comentamos desde nuestra ignorancia en los mismos términos en los que lo describen los avisos publicitarios. Pero quizas la tecnología nos asombra porque estamos resignados a ella, porque no consideramos ser una parte activa en relación al artefacto como tal: somos usuarios que se limitan a comprender cómo manejar el artefacto que ha puesto el mercado en venta.
En ese sentido podemos ver cómo los medios de comunicación, encargados de difundir el avance tecnológico en versión simplificada, con una propuesta light y consumista, han terminado por proponernos una versión lineal del cambio tecnológico en la cual, grupos de investigación del primer mundo desarrollan nuevos aparatos que eventualmente serán comercializados en nuestro país y nos cambiarán la vida. No se presenta una explicación sobre cuáles son los elementos que han influido en el diseño del aparato, ni una reflexión sobre las motivaciones o los intereses que han dado soporte a su construcción y difusión. Ese modelo lineal que convierte a la tecnología en un ente superpoderoso y autónomo no existe solo en los medios de comunicación y en nuestras mentes sino que funciona como política estatal de los gobiernos del tercer mundo. Un ejemplo evidente de esto son los crecientes programas de "computadores para educar" con los que se pretende, a partir de la implementación de una nueva tecnología, modificar y determinar, siempre en aras del bien y del progreso, las conductas sociales.
En lo que sigue de este escrito analizaremos cómo la teoría de la sociedad denominada Determinismo Tecnológico está presente en casi todas las representaciones de la relación entre tecnología y sociedad a las que estamos expuestos a nuestro alrededor: desde canales populares de televisión como Discovery Channel, hasta museos o centros interactivos como EPCOT Center y los textos de historia general e historia de la tecnología que llegan a nuestras bibliotecas. Así mismo, brindaremos un recorrido por otras teorías recientes que abren nuevas posibilidades de análisis del pasado y, por tanto, nuevas herramientas para analizar el inasible presente y el inquietante futuro.
Determinismo Tecnológico
“The hand-mill gives you society with feudal lord;
the steam-mill, society with industrial capitalist.”
–Marx, The Poverty of Philosophy(4)
the steam-mill, society with industrial capitalist.”
–Marx, The Poverty of Philosophy(4)
El Profesor John M. Staudenmaier haciendo referencia al Experimental Prototypical City of Tomorrow Center, más conocido como el EPCOT Center de Disney World afirma: “EPCOT atrae de 15 a 20 millones de personas al año, cada una dispuesta a soportar largas filas y elevados precios para ser indoctrinados con una sonrisa compasiva en los logros tecnológicos del pasado y la fe ciega en la inexorablemente benéficia e higiénica tecnología del futuro”.(5) En esta sentencia, el historiador está probando la magnitud de la popularidad de esta apreciación del desarrollo de la tecnología y su carácter de inevitabilidad. El análisis es extensivo a los demás centros interactivos de aprendizaje y exposición como el Science Museum de Londres o Maloka en Bogotá. La porción de museos que promueven una visión crítica del desarrollo tecnológico es mínima, según el mismo autor.
Pero esta visión de la tecnología y de su indiscutible poder no es gratuita: ha sido construida durante más de cinco siglos de creciente producción bibliográfica a favor de cierta visión triunfalista de la ciencia y de la tecnología. Todo historiador al hacer su trabajo parte de un modelo metodológico y de una teoría de lo que debe ser la Historia. Es así como la historia no se presenta como algo paradigmático ni verdadero ya que su contenido depende de las preguntas o de las inquietudes que se quieran resolver a la hora de hacer una investigación sobre el pasado, el presente o el futuro de las sociedades. Dependiendo de las preguntas, de la metodología de investigación y de las categorías conceptuales que maneja el historiador, dependiendo de la corriente histórica en la cual se inscribe, la historia se construye de modos distintos. La historiografía, por su parte, es el análisis de los estudios históricos desde el presente. Al hablar de historiografía de la tecnología, en este caso particular, lo que se pretende es realizar una valoración de aquellos elementos metodológicos y conceptuales que se presentan dentro de aquellos estudios que han tratado el tema de la tecnología desde una perspectiva histórica.
El determinismo tecnológico puede ser considerado como la postura más clásica, por cuanto encontramos que es desde esta perspectiva que se han realizado estudios e interpretaciones desde hace más tiempo. Si bien el determinismo tecnológico como tal existe desde el siglo XX, encontramos muestras muy claras de este tipo de concepción desde el siglo de las Luces el XVII, con énfasis en el XIX, en pensadores franceses como Condorcet o Turgot(6). Dentro de la concepción determinista encontramos muy marcada la idea de progreso, no por nada esta concepción de la Historia, de la Sociedad, estuvo muy en boga en la época de la industrialización, de la producción masiva y el auge económico, en la que el hombre triunfó sobre la naturaleza.
Según esta corriente, postulada por teóricos, científicos sociales y naturales, ingenieros, y presente en el imaginario colectivo popular, la Tecnología actúa como motor del cambio social.La Tecnología determina la Historia. Esto quiere decir que la implementación de una tecnología específica causa transformaciones sociales, moldea y condiciona las conductas, las costumbres y el funcionamiento general de la sociedad que la acoge. Por ejemplo, puede afirmarse que la Europa del siglo XV no estuvo en la capacidad de emprender su travesía de descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo hasta que tuvo el conocimiento de la brújula y de otros aparatos de navegación, o que la Revolución Protestante encabezada por Martín Lutero no hubiera sido posible, ni tan siquiera imaginable, de no ser por la difusión de la imprenta en Europa. Acercándonos un poco a nuestro tiempo, podríamos decir que la expansión de la ciudades, la creación urbanística de los suburbios no se habría llevado a cabo sin la existencia del automóvil(7).
Adicionalmente, en esta corriente han trabajado aquellos historiadores que sobre todo se han focalizado en la historia interna de los aparatos, en la génesis de su perfección funcional, en la genialidad de sus inventores y solo han vuelto la mirada al contexto para determinar en qué medida esos aparatos han cambiado el mundo.
Uno de los representantes de esta corriente en pleno siglo XX, el economista e historiador norteamericano Robert Heilbroner, proponía que la Historia de la Tecnología como disciplina debería encargarse únicamente de estudiar casos que pudieran ubicarse en el mundo occidental y capitalista pues solo en esos contextos específicos existía la lógica necesaria para aplicar la teoría(8). En este punto es imprescindible ubicar a Heilbroner en la corriente marxista pues su argumentación respecto a la tecnología parte de la creencia en que el orden socioeconómico es determinante para una sociedad. Para Heilbroner el determinismo tecnológico es un problema particular de una época histórica específica correspondiente al alto capitalismo y al bajo socialismo, principalmente en la Unión Soviética y Europa Oriental, ya que el capitalismo dio el mayor estímulo al desarrollo de la producción tecnológica al establecer una clara dinámica social en la que la organización de la fuerzas de trabajo le han dado a la tecnología un carácter automático. En este sentido, aunque las sociedades no capitalistas ni occidentales tienen componentes tecnológicos, éstos no las afectan de la misma manera pues no existe en ellas la lógica interna del capitalismo en la cual los valores se transforman en valores intercambiables, comercializables.
El determinismo tecnológico sería compatible únicamente con este tipo de lógica, con la transformación de la sociedad a partir de dinámicas socioeconómicas por cuanto solo bajo esta perspectiva podríamos establecer vectores definidos y generalizaciones que permitieran una aproximación a la explicación de la Historia. Para Heilbroner, como marxista, no sería posible imaginar, ni mucho menos elaborar un discurso causal, a partir de elementos como la ideología, la cultura o la política.
Pero Heilbroner resulta muy importante a la hora de hacer cuenta de la historiografía del pensamiento acerca de la tecnología, no solamente por que haya trabajado y sustentado el modelo determinista sino porque al pensar sobre su propio trabajo, sin renunciar de plano al modelo, distinguió dos formas diferentes de utilizar el paradigma determinista, distinción que a la larga dio elementos a los críticos de esta corriente. Si bien se distingue entre determinismo duro (hard) y suave (soft), la descripción de éstos no es categórica y terminan por mezclarse a la hora de aplicarlos. El determinismo duro sería mostrar cómo la introducción intensiva de maquinaria lleva a cambios institucionales. Las características de la maquinaria de producción pueden ser discernidas como el fenómeno causal. Las consideraciones que harían parte del determinismo suave permitirían analizar por qué la misma tecnología no causa los mismos efectos en todas las sociedades, en ese sentido existiría la necesidad de considerar precondiciones políticas o sociales.
Siguiendo la línea de cuestionar desde adentro al determinismo tecnológico, el historiador norteamericano Bruce Bimber en su artículo Three faces of technological determinism (9) realiza un balance de los trabajos que se han publicado en nombre de la corriente con el fin de proponer una división de los mismos en función del modo como entienden y manejan el determinismo. Bimber parte de la idea que el determinismo tecnológico no es un concepto simple pues debido a su imprecisión y flexibilidad se ha confundido, así que se propone establecer los elementos principales que permitirían aclarar una definición de los términos determinismo y tecnológico, con el fin de comprobar si pueden o no ser conceptos útiles.
Dentro de la idea del determinismo, la evolución tecnológica es consecuente con la idea racionalista de que existe una lógica secuencial específica y establecida que se inscribe, al igual que la ciencia, dentro de las leyes naturales. La tecnología funciona de manera autónoma, independiente y sin la intervención humana, pues la sociedad se ve condicionada por los artefactos que adopta y nunca influye o decide sobre estos. Como consecuencia de esta fuerte creencia en la autonomía de las trayectorias de desarrollo, se cree que si la humanidad perdiera súbitamente todos sus artefactos, herramientas y conocimientos y volviera a comenzar de cero, pasaría por las misma etapas de desarrollo tecnológico que constituyen nuestra historia.
Para Bimber dentro de los trabajos realizados en nombre de la corriente determinista podemos encontrar tres interpretaciones, la Nomológica, la Normativa y la de “Efectos no anticipados”. La interpretación Nomológica entiende que el desarrollo tecnológico ocurre de acuerdo a una lógica natural sin ser afectado por cambios sociales o culturales, pues la sociedad es consecuencia de una tecnológica que actúa, siempre, como causa. La Historia, al igual que la naturaleza, es determinada por leyes naturales que el hombre descubre secuencialmente y que al aplicarlas, produce tecnología. Así, según esta postura, la Historia debe ser científica, clara, determinista, para poder construir una estructura donde causas y efectos puedan ser definidos con precisión.
La interpretación Normativa se propone como la más suave dentro de la corriente determinista. En ésta la tecnología tiene un papel preponderante pero se le otorga a la sociedad la capacidad de darle una significación política y cultural al artefacto dentro de su propio sistema de conceptualización. En esta interpretación las normas culturales y el trasfondo de poder, dominación y control subyacen a cualquier tecnología. Por último, los “Efectos No Anticipados”, según la cual la tecnología sigue jugando un rol fundamental en el cambio social pero no bajo una secuencia lógica y determinada sino bajo la influencia de la incertidumbre y la incontrolabilidad. En ese sentido, la Tecnología funciona como un ente autónomo pues no depende del desarrollo humano ni de leyes naturales pero el esquema causa-efecto se rompe.
Bimber contrasta aquello que se entiende por determinismo y por tecnológico con cada una de estas interpretaciones para finalmente afirmar que si bien la Nomológica cumple con la definición mientras que las otras dos no, la Normativa por no tecnológica y la “Efectos No Anticipados” por no determinista, si tomamos el modelo según su definición literal, resulta muy difícil aplicarlo a estudios concretos pues existiría la necesidad metodológica de obviar variables y omitir preguntas a causa de asumir de modo absoluto a la tecnología como motor del cambio social.
Desde una perspectiva académica, la idea de que son las máquinas las que hacen la historia puede ser crítica y desbaratarse fácilmente, con la caída del paradigma economisista dentro de las ciencias sociales, lo político y lo cultural han tomado las riendas de las discusiones teóricas. Pero en el nivel pragmático de la vida real, los estados y los individuos seguimos actuando de manera consecuente con los paradigmas del determinismo tecnológico. La idea del progreso unida con el avance tecnológico permanece en el imaginario cultural, político y económico de forma evidente: inyectar una dosis de tecnología al presupuesto nacional sería una de las formas para lograr el desarrollo económico de la sociedad, y para el individuo, la incorporación en el mundo, por ende el éxito personal, depende en buena medida de los recursos tecnológicos y técnicos que posea o a los que pueda acceder. En este sentido aun consideramos que la implementación de una tecnología en un grupo social producirá cambios deseables y positivos, que la respuesta a muchos problemas, principalmente de los países del tercer mundo, se explican en la ausencia de desarrollo y difusión de tecnologías.
El Constructivismo Social de la Tecnología
Como respuesta al paradigmático Determinismo Tecnológico presente en la mayoría de los estudios en Historia de la Tecnología, un grupo de intelectuales norteamericanos y europeos ha venido trabajando, desde finales de los años sesenta, en la consolidación de un nuevo conjunto de herramientas teóricas que permitan repensar esta historia. Una de las obras cumbres de este grupo de intelectuales es The Social Construction of Technological Systems: New Directions in the Sociology and History of Technology, editado por Wiebe Bijker, Trevor Pinch y Thomas Hughes(10). En este aparte y el siguiente nos proponemos sintetizar tres de las propuestas más significativas de este grupo: la construcción social de la tecnología como tal de Bijker y Pinch, los sistemas tecnológicos de Hughes y la teoría actor-red propuesta en esta obra por el pensador francés Michel Callon.
En el libro mencionado, Bijker y Pinch realizan una revaluación de la historia de la bicicleta aplicando nuevas herramientas metodológicas.(11) La historia tradicional de la bicicleta se desarrolla en Estados Unidos y se puede resumir en una evolución del artefacto que poco a poco va pasando de diseños pobres e inapropiados a uno que finalmente se consolida como el mejor gracias a sus ventajas técnicas: se trata del diseño que hoy es el más popular en bicicletas, aquel que tiene dos ruedas del mismo tamaño, neumático de caucho, cadena de transmisión y un marco que los une. Este diseño ha cambiado muy poco en los últimos cien años. Como en toda historia mítica el héroe de esta es un fabricante que contra viento y marea logró apropiar el conocimiento de diseño, fabricación y comercialización de la bicicleta de fuentes europeas y consolidar su negocio: Alexander Pope.(12) En esta versión tradicional y determinista de la historia, el paso significativo por la bicicleta de rueda alta, es un mero paso en la evolución natural del diseño de las bicicletas
Los autores de este nuevo análisis deconstruyen la versión lineal antes mencionada y asumen el reto de abrir la caja negra para entender cómo el diseño mismo de la bicicleta es el resultado de procesos de negociación de interpretaciones entre grupos sociales. Para ello adaptan los logros de un programa sociológico de análisis del desarrollo de la ciencia. Se trata del Empirical Programme of Relativismdesarrollado por intelectuales ingleses y norteamericanos para abrir la caja negra del conocimiento científico, de las comunidades científicas y así poder relacionar el contenido mismo de la ciencia con los contextos en que se producen y transfieren.
Al aplicar este análisis al surgiminto de la bicicleta, los autores distinguen tres etapas: primero, se presenta una flexibilidad interpretativa en cuanto a lo que se considera es un problema técnico de un diseño revelando que puede haber múltiples versiones de lo que sí es y lo que no es un problema a resolver; segundo, se describen los mecanismos sociales que permiten el cierre de las controversias iniciadas que a veces puede lograrse por demostración de la ventaja técnica en sí, pero que en la mayoría de los casos sucede mediante simple retórica y/o mediante propaganda. Finalmente los autores dejan enunciada la tercera etapa de este proceso que explica los mecanismos mediante los cuáles las conclusiones de grupos sociales localizados se vuelven paradigma universal.
Para ilustrar lo anterior veamos algunos detalles de la propuesta de Bijker y Pinch. En cuanto a la flexibilidad interpretativa, los autores muestran en su artículo cómo un diseño podía ser perfecto para determinado grupo social, pero presentar problemas solamente reconocidos por otros. Así, la bicicleta de rueda alta, que se popularizó por algún tiempo y se llegó a conocer como el modelo “ordinario” (en el sentido de común, generalizado), fue de gran valor para los grupos sociales de hombres para quienes se convirtió en un símbolo de virilidad y de poder. Sin embargo, grupos sociales como las mujeres, los niños y los viejos veían en ese diseño problemas, principalmente asociados a la dificultad de montar estos aparatos: veían problemas de seguridad que, por supuesto no eran reconocidos por las asociaciones, casi logías, de usuarios de la bicicleta de rueda alta.
Figura 2: Bicicleta Ordinaria Modificada(14)
|
El problema anterior, gracias a la percepción de los diseñadores de bicicletas, y a la presión de los grupos sociales, suscitó el diseño de múltiples versiones de bicicletas que atendían este requerimiento de seguridad en mayor o menor medida. Prueba de ello son los diseños que se vinieron a conocer como Lawson’s Bicyclette (figura 1), la “ordinaria” adaptada (figura 2), o la Whippet spring frame (figura 3), entre otras.
Figura 3: Whippet Spring Frame (1885)(15)
|
Después de mucha controversia y del ingreso al mercado del diseño “Facile” (parecido al de la figura 3 y claramente el diseño popular actual), se pusieron en marcha diversos mecanismos de cierre. En este caso, no fueron los técnicos quienes dieron la última palabra, sino los fabricantes, a través de la publicidad. Así, un aviso del Illustrated London News de 1880 rezaba: “¡Ciclistas! Por qué arriesgar la salud de sus cuerpos en una Máquina de rueda alta cuando para andar en carretera una “Facile” de 40 o 42 pulgadas brinda todas las ventajas de la otra y casi absoluta seguridad.”(16) Este aviso, según los autores, es una muestra de una gran campaña publicitaria que permitío convencer a potenciales compradores La seguridad por tanto, no se había demostrado, simplemente publicitado con mucho éxito.
Otro mecanismo de cierre es la redefinición del problema. Como ven en las figuras, estos primeros diseños no tenían neumáticos, el metal de las ruedas, lo que hoy llamamos rines, estaba en contacto con la vía (¡pueden imaginar lo que se sentía andar en estos artefactos en términos de vibraciones!). Un ingeniero de apellido Dunlop había propuesto el uso de neumáticos de caucho. La propuesta fue recibida por parte del público como algo inadmisible en términos de la estética del diseño y por otros grupos de ingenieros como un atentado a la estabilidad de la máquina. Sin embargo, una vez puestos en competencia, los diseños con neumático claramente ganaron en velocidad y estabilidad, luego el problema estético se diluyó. En en términos técnicos, el neumático se constituyó no en una solución al problema de las vibraciones sino en una solución al problema de la velocidad del vehículo, es decir, se logró elcierre de la controversia por redefinición del problema.
Hay muchos más detalles en esta historia que valdría la pena ilustrar, pero lo cierto es que, vista desde la perspectiva del Constructivismo Social de la Tecnología, el diseño y la evolución de los aparatos y del conocimiento tecnológico, no sigue una trayectoria “natural”, sino que depende fuertemente de los contextos en los cuáles se desarrolla, depende de muchas más personas que un simple inventor, depende de grupos sociales enteros en interacción contínua sobre largos períodos de tiempo. Estos análisis, además, revelan las tensiones y las relaciones de poder de las sociedades en las cuáles se hacen estos desarrollos, un aspecto crítico que no se considera o se da por descontado en los análisis que se inscriben dentro de la corriente teórica denominada Determinismo Tecnológico.